(Tu nombre) es lo más importante.
¿Alguna vez te has encontrado con alguien y no recuerdas cómo se llama? No te preocupes, es normal. Pero no dejes pasar más de 1 minuto sin preguntarle su nombre o después ya será tarde (y quedaría muy raro).
¿Y qué me dices cuándo llegas a un establecimiento comercial y las personas que lo atienden saben como te llamas? La sensación de sentirse en casa resulta tan reconfortante que lo normal es que sigan volviendo (a su vez motivo por el que saben tu nombre).
Que tu marca llame por su nombre a tus consumidores
Cuanto antes empieces a llamar a alguien por su nombre, mejor le caerás y más credibilidad dará a tus palabras. No es que las personas seamos muy egocéntricas sino que al escuchar o leer nuestro propio nombre se activa una zona del cerebro que se asocia con el placer y la atención, según demostró un estudio con resonancia magnética de la Universidad de New Jersey.
Tanto nos gusta oír cómo nos llamamos que incluso es más fácil que compremos algo si nuestras iniciales coinciden con las de una marca.
Y más aún, dicen que ¡somos más propensos a casarnos con personas cuyo nombre tenga cierta similitud con el nuestro!
Así que ya sabes, no es casual que las estrategias de fidelización den tanta importancia a este aspecto. No se trata solo de personalizar porque sí o porque políticamente sea más correcto (que también). Llamar a cada persona por su nombre es importante para mantenerla enganchada y fidelizada a esa marca «que la conoce».
Y recuerda que si te encuentras a alguien por la calle y se te ha olvidado su nombre, mejor se lo vuelves a preguntar. Si además lo repites varias veces (sin pasarte) será el halago más sutil que puedas hacerle a tu interlocutor.